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La cifra es escalofriante: en 2021 se presentaron en Colombia cerca de 43,993 denuncias asociadas a delitos sexuales, de los cuales el 61% corresponden a casos contra niños, niñas y adolescentes. (Lea ¿Qué ruta deben seguir los colegios cuando se presentan casos de acoso sexual?)
El número lo acaba de dar a conocer el Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana (LEE) que, tras examinar los datos de la Fiscalía General, comprobó, una vez más, que los menores de edad enfrentan una difícil situación en nuestro país. Es un “hecho lamentable” es como lo califican.
Según su análisis, este complejo escenario puede tener nefastas consecuencias en los niños y las niñas. Tal y como apuntan en un comunicado de prensa, se enfrentan a una larga lista de problemas como un posible retraso en el desarrollo, ansiedad, baja autoestima, estigmatización y falta de atención.
También, explican, “pueden provocar un rendimiento tres veces inferior en pruebas estandarizadas; mayor probabilidad de repetir grados, de interrumpir sus estudios y de deserción académica”.
Además, señalan, “cuando los menores lleguen a su edad adulta tendrán una probabilidad dos veces mayor de caer en pobreza o tener dificultades económicas, bajo desempeño laboral o problemas para conseguir empleo, por la carencia de habilidades socioemocionales, la tendencia al consumo de alcohol y/o drogas, aumento en la probabilidad de tener conductas delictivas y de relaciones familiares conflictivas”.
“Los efectos de estos abusos en los niños, niñas y adolescentes (NNA) tienden a ser permanentes y a agravarse en el tiempo, afectando sus vidas y también a toda la sociedad”, dice Gloria Bernal, codirectora del LEE.
Como ya hemos contado en diversas oportunidades en este diario, muchos casos de abuso son cometidos por cercanas a los menores de edad o en contextos escolares o familiares.
Una de las posibles soluciones es, como también hemos explicado desde estas páginas, implementar una estrategia de educación sexual y reproductiva. Así lo asegura Luz Karime Abadía, codirectora del LEE. A sus ojos, esto le da a los niños, niñas y adolescentes y a sus familias “herramientas para protegerse de abusos y tomar mejores decisiones en pro de su bienestar físico y psicológico”.